Documento histórico sobre el proceso de redacción de la declaración universal de los Derechos Humanos

miércoles, 28 de noviembre de 2012

La Complutense traslada sus clases a la calle en protesta por los recortes

MADRID (Reuters) - Profesores y alumnos de la Universidad Complutense de Madrid cambiaron el miércoles las aulas por entornos como plazas, parques y cafés en protesta por los recortes aplicados por el Gobierno a la educación pública y en defensa de una universidad de calidad.
Desde tempranas horas de la mañana, un total de 129 profesores de la que es una de las universidades más prestigiosas y antiguas de España se sumaban a la iniciativa "La Complu en la Calle", e impartieron sus clases al aire libre contra las duras políticas de austeridad que han hecho subir las tasas universitarias y, según denuncian, ponen en peligro el futuro de una generación de jóvenes.
En la madrileña plaza de Colón, con un temperatura gélida y bajo una gran bandera de España, el catedrático de Historia de la Universidad Complutense de Madrid Gonzalo Ruiz Zapatero impartía la clase "Hacer divulgar prehistoria" ante varias decenas de alumnos.
Antes de comenzar, dio lectura a un manifiesto en el que se defendía que no puede haber una sociedad democrática y avanzada sin una buena universidad pública y en él se exigía la eliminación de una "brutal" subida de tasas universitarias y becas suficientes para investigadores.
"(Queremos) Denunciar el estrangulamiento económico al que están sometiendo a las universidades públicas madrileñas las autoridades de la Comunidad de Madrid y del Estado central; y que está poniendo en peligro a la generación de jóvenes docentes e investigadores más preparada de la historia de la Universidad española", dijo Ruiz Zapatero.
Entre los alumnos, Aída Loy, una estudiante de Arqueología, defendía la iniciativa que trasladó las clases a zonas como el parque del Retiro, la Puerta del Sol o cafeterías y librerías.
"Siempre parece que los estudiantes hacemos huelgas porque no queremos estudiar y es todo lo contrario, con esta protesta se ve que lo hacemos porque queremos estudiar", dijo Loy.
Las reformas se enmarcan dentro de los polémicos recortes en Sanidad y Educación, dos áreas tradicionalmente protegidas en España. El Gobierno presidido por Mariano Rajoy se ha comprometido a ajustar el gasto educativo y sanitario en casi 15.500 millones entre 2013 y 2014.
En los últimos meses se están sucediendo las protestas contra las medidas de austeridad con las que el Ejecutivo espera cumplir el objetivo de déficit pactado con la Unión Europea, mientras crecen los rumores de que España tendrá que solicitar un rescate de la UE.
El Gobierno, que con una amplia mayoría absoluta garantiza la aprobación de sus políticas de contención, sostiene que gasta mucho más que los países vecinos en educación.
Según datos oficiales, España gastó en educación 51.000 millones de euros en 2011, un 4,81 por ciento del PIB.
Con 5,8 millones de desempleados y una tasa de paro juvenil que supera el 50 por ciento, los estudiantes son pesimistas sobre las posibilidades que les ofrecen la universidad y el mercado laboral español.
Para Elina Rodríguez, de 20 años, y estudiante de cuarto curso de Historia, el futuro está fuera del país.
"Al final nos vamos a tener que ir, porque aquí no hay trabajo, se está invirtiendo un dinero en formar a un montón de personas para que luego ese conocimiento no repercuta en la sociedad", aseguró.
http://www.eleconomista.es/interstitial/volver/ros2ago12/cultura/noticias/4433403/11/12/la-complutense-traslada-sus-clases-a-la-calle-en-protesta-por-los-recortes.html

lunes, 15 de octubre de 2012

Guadalajara, la biblioteca que resiste

Frente a la creciente pobreza de recursos, los socios contribuyen a mantener en pie la principal institución cultural de la ciudad con un sinfín de iniciativas

Patio central de la biblioteca pública de Guadalajara. De pie, Josean Pérez, Blanca Calvo (directora), Aurora López y Pilar Martínez. Sentados, Emma Jaraba, Mercedes Garulo y Antonio Durán. / ÁLVARO GARCÍA
Si usted no cree en ningún dios, tal vez pueda creer en la biblioteca pública de Guadalajara. Casi el 40% de la población de allí lo hace. En este país de mediocres índices de lectura la estadística (31.650 usuarios, 84.453 habitantes) surge como un bofetón para descreídos. Los más acuden a buscar lectura, pero el edificio es un cosmos donde ocurren miles de cosas: alguien toca Satieal piano en el patio central, un club de lectura disecciona a Jonathan Franzen, alumnos rezagados hacen deberes supervisados por voluntarios, medio centenar de familias pasan una noche al año pertrechados con sacos mientras escuchan cuentos de boca del mismísimo Peter Pan.
Si ahora, por alguna razón, usted tampoco cree en el Gobierno, tal vez puede aferrarse más que nunca a la biblioteca pública de Guadalajara. Tras ser vapuleada por recortes presupuestarios sucesivos e inclementes, son sus usuarios quienes están cubriendo con dinero, tiempo y energía los rotos causados por la falta de euros. Un milagro de solidaridad, una sobredosis de buen rollo, una lección para encarar días innobles, una evidencia de que la cultura no es un capricho. También una encrucijada para la directora de esta biblioteca estatal, Blanca Calvo. “Es emocionante comprobar que nada más enviar un correo pidiendo voluntarios nos contesten inmediatamente un montón de usuarios, pero también es un dilema moral y profesional porque son ellos los que están cubriendo necesidades que debería atender el Estado”, lamenta.
Los lectores han pagado suscripciones a 62 publicaciones (antes de la crisis se recibían más de 200) y han comprado decenas de novedades editoriales para cubrir el socavón presupuestario. En 2007, último año feliz, disponían de 150.000 euros para adquirir material. Este año no han alcanzado ni un tercio de aquello (46.000 euros) y para 2013 no se prevé nada. La trituradora del déficit es ahora la polilla de los libros. Y es el altruismo el único mecenas de las actividades culturales, que en el pasado disponían de 20.000 euros de fondos públicos.
“Dejamos de contratar a narradores profesionales y aunque logramos que hubiera voluntarios, no es lo mismo. Está bien si esto es solo puntual, pero nosotros pagamos nuestros impuestos para tener estas actividades”, protesta Concha Carlavilla García, que coordinó durante seis años esas iniciativas singulares hasta que, en agosto, fue despedida por la Fundación de Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha de la que dependía. Concha Carlavilla encarna el espíritu de esta biblioteca como nadie: renunció a su plaza fija de bibliotecaria en un pueblo para trabajar en la de Guadalajara y, pese al despido, prosigue colaborando como voluntaria. “He venido de niña y ahora vienen mis hijas, esta biblioteca es como un organismo con vida propia y yo quiero seguir participando en ella, aportando mi granito, para que esto siga como siempre desde hace 30 años”, cuenta con vehemencia mientras sujeta en una mano un ejemplar de Al este del Edén sobre el que debatirán en su club de lectura, uno de los 30 que funcionan en la biblioteca y en los que participan 500 adultos y 150 niños. Sus últimas palabras son reivindicativas: “En un momento de crisis hay que invertir más que nunca en bibliotecas. La gente no tiene dinero para comprar libros pero sigue necesitando acceder a la cultura y a la información. O es que, además de echarnos del trabajo, ¿tampoco vamos a tener derecho a la cultura y a la información?”.
Mientras habla en un rellano de la primera planta, la gente va y viene, se detiene a conversar con conocidos. En este palacio del siglo XVI predomina un bullicio de parque en sesión de domingo, aunque hay salas marcadas por el silencio. Se ven niñas con velo, jubilados con tiempo, adolescentes absorbidos ante el ordenador, lectores con ansia que ya en el zaguán de entrada se asoman a una larga mesa con títulos de Pynchon, Aramburu, McEwan, Rabelais, Perec o Mankell bajo un cartel que sugiere: “Llévame, me acaban de devolver y gusto mucho”. Es sin duda el espacio que encarna a la perfección lo que Italo Calvino escribió: “Leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe qué sera...”. El palacio de Dávalos es el punto de encuentro con lo predecible y lo impredecible, con la concentración de la lectura y la explosión del entusiasta. Después de 31 años al frente de este centro, Blanca Calvo ha materializado su idea: “Una biblioteca es una plaza pública a cubierto donde todo es posible”.
Imaginación y poesía. En 2004, cuando la institución se trasladó del palacio del Infantado hasta el de Dávalos, medio millar de personas formaron una cadena humana para pasar de mano en mano los últimos 1.001 libros. Algo que no cuesta nada y une mucho. “Yo la comparo con una familia que, además, aglutina grupos muy poco homogéneos”, plantea Josean Pérez, un psiquiatra que coordina un taller de escritura al que acuden panaderos, profesores, cocineros, sociólogos o empleados de banca, y que alumbró un colectivo poético, Cyrano, que incluso ha tenido su noche de gloria en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Una utopía en cifras

  • La biblioteca pública de Guadalajara se creó en 1837, tras la desamortización de Mendizábal. Se abre al público cuatro años después.
  • Tras un período de decadencia (carecía luz eléctrica y apenas era accesible), en 1938, se crea un servicio de préstamos especial para combatientes y heridos hospitalizados debido a la Guerra Civil.
  • Tras sucesivos cambios, se trasladó al palacio de Dávalos, rehabilitado por el arquitecto Francisco Fernández Longoria, en 2004.
  • Pertenece a la red de bibliotecas públicas del Estado, integrada por 52 centros.
  • Tiene 5.800 metros cuadrados y 200.000 volúmenes.
  • La crisis ha reducido la plantilla de 44 a 30 empleados.
Josean charla sentado bajo los poemas visuales de una exposición organizada por él —su pieza es una fotografía con el logotipo de Dragados adulterado: “Drogados”, una ironía a los chutes de ladrillo—. Ante él pasa apresurado un hombre empujando un carrito infantil. También los bebés tienen su sitio: las pequetecas. “Esta es como la casa de todos. Y la culpa la tiene Blanca, que te pide algo y no puedes decir que no aunque sea lo más extraño. ¿O no es una macarrada poner a unos bebés en colchonetas a tocar libros de felpa?”, proclama Josean Pérez.
Hace 31 años, la biblioteca era una ventanilla oscura que intimidaba a los usuarios. Blanca Calvo rompió las barreras físicas —permitió el acceso directo a libros, periódicos y otros materiales— y psicológicas. “La gente sabe que es suya y que nosotros estamos a su servicio. Las bibliotecas tienen futuro como lugar de encuentro. A lo mejor en unos años puedes descargarte el libro desde tu ordenador, pero necesitas venir para encontrarte con gente”, reflexiona la directora.
Todos pululan por el palacio de Dávalos como si fuera su casa. “Soy socia de la biblioteca desde que recuerdo”, detalla Emma Jaraba, redactora-jefa de la edición de fin de semana del diario Nueva Alcarria, fundado en 1939 y fundido en la burbuja inmobiliaria. Jaraba, ahora en paro, es una de las seis participantes de un club de lectura en inglés que ha costeado una suscripción anual a la revista Speak Up. “Hubo un gran debate porque algunos entendían que estábamos cubriendo las carencias que deberían atender las administraciones. Yo entiendo que va a ser puntual”, defiende.
No ha sido la única en dar un paso al frente. Cuando la biblioteca lanzó su mensaje de auxilio para comprar libros este año respondieron, entre otros, el diseñador gráfico Antonio Durán, con 12 años de socio, que se fue a una librería a comprar novedades infantiles. “Pensé que había que tener una actitud positiva, no solo chillar y protestar”, explica. Mercedes Garulo, profesora de francés jubilada, donó todos sus libros didácticos y decenas de novelas para clubes de lectura. “Pocos sitios funcionan tan bien como este”, afirma. Pilar Martínez, desempleada desde hace un año, se lió la manta a la cabeza y asumió la coordinación de un pequeclub, para niños de 3 a 5 años, por la gratitud con la que recordaba la felicidad de su hija cada vez que acudía a uno de ellos. Casi todos los voluntarios sienten que devuelven algo de lo mucho que han recibido, lo que es un homenaje a empleados y servicios públicos en tiempos en los que son retratados con trazo grosero. Pero, ojo, Blanca Calvo advierte que “para que haya voluntarios tiene que haber una estructura profesional muy fuerte”. Los voluntarios no son recambio de bibliotecarios. En estos tiempos de transición de lo físico a lo virtual siguen siendo lo que eran para los sumerios: ordenadores del universo.
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/10/13/actualidad/1350148036_241892.html

martes, 9 de octubre de 2012

Chile como escuela de lucha contra el neoliberalismo

La rebelión de los estudiantes chilenos frente a un modelo de enseñanza privatizado señala al neoliberalismo como el enemigo de la educación pública gratuita y de calidad.


Ivet Eroles / Barcelona
Jueves 4 de octubre de 2012.  Número 182
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Protesta estudiantil en Chile. Foto: Sindicato ARI
El pasado curso ha entrado en la memoria colectiva chilena como el despertar de una sociedad que se había resignado al modelo económico neoliberal impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet. Las masivas y originales protestas estudiantiles propusieron una ruptura con un sistema que había sido perpetuado por los gobiernos de la Concertación –la coalición de centroizquierda que se mantuvo en el poder desde el fin de la dictadura hasta el 2010– y el actual Gobierno de la derechista Coalición por el Cambio, liderado por Sebastián Piñera.
Las aspiraciones estudiantiles no se quedan sólo en el ámbito de la educación, sino que proponen una ruptura con el modelo neoliberal, ya que afirman que es inviable y que fomenta las desigualdades sociales en un país que tiene el triste mérito de encabezar el ranking en esta materia: “Somos uno de los síntomas del deterioro y descrédito de esta sociedad mercantil”, asegura Cristian Villagran, portavoz en la Región Metropolitana de la Asociación de estafados por el crédito Corfo.
Los secundarios lideran
Hoy por hoy, las movilizaciones estudiantiles siguen vivas y es el alumnado de secundaria quien atiza el fuego. La población universitaria les sigue, con el respaldo de otras capas de la sociedad, aunque se ha notado el desgaste acumulado después de la intensidad del curso 2011-2012. Algo queda claro, no van a dormirse de nuevo y el lema del año pasado sigue vigente: “Educación pública gratuita, equitativa, laica y de calidad”. El malestar que ha explotado en la calle ha salido desde los liceos (institutos), después de llevar tiempo creciendo dentro de las aulas. Los secundarios, como se los denomina en Chile, han sido los impulsores de una serie de movilizaciones que han protagonizado, codo con codo, con las universitarias, junto a otros actores como asociaciones de padres, trabajadoras y la sociedad civil en general.
No es la primera vez que los secundarios toman la iniciativa. En los últimos años están protagonizando algunos de los episodios más reivindicativos e influyentes. En 2006 hicieron la “revolución pingüina” (en referencia a sus uniformes escolares), en la que se pedía una serie de medidas concretas que están en sintonía con lo que se reclama actualmente. Esta generación, pese a tener presente la historia de la dictadura, no conoce el profundo miedo que tienen las generaciones anteriores.
De Arica a Punta Arenas
En el último mes ha habido una ola de movilizaciones: tomas (ocupaciones) de liceos, huelgas universitarias, acciones callejeras, protestas contra la represión, ocupaciones de sedes de partidos políticos, etc. Uno de los momentos álgidos fue la manifestación del 28 de agosto, que sacó a la calle a unas 150.000 personas en Santiago y se celebró a lo largo del país, de Arica a Punta Arenas. Personas mayores, madres, padres, niños, economistas, historiadores, profesores, trabajadores... En resumen, personas y organizaciones de todo tipo acompañaron al estudiantado por las calles de todo el país.
La jornada del 28 de agosto fue la convocatoria más masiva del año y se produjo una semana después de que el ministro de Educación, Harald Beyer, dijera que “las marchas no son masivas y los estudiantes no están siguiendo a sus dirigentes”. En este sentido, el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Gabriel Boric, sostuvo que “el Gobierno dijo que éramos una minoría: hoy vimos una clara señal de masividad y convocatoria. El Gobierno dijo que estábamos divididos: hoy dimos una clara señal de unidad. El Gobierno dijo que no tenemos propuestas y que somos intransigentes: hemos demostrado que sí tenemos propuestas y estamos dispuestos a discutirlas”.
Negociaciones infructuosas
Valorando lamarcha, el portavoz de la Federación de Estudiantes Mapuche, Víctor Ancalao, declaró que “este Gobierno tiene que dejar de reírse de nosotros y cambiar sus maneras porque este movimiento estudiantil de nuevo viene con fuerza”. Uno de los presentes en la manifestación, el historiador Sergio Grez, aseguraba que “se está marcando un quiebre muy importante desde el año pasado con los años de aletargamiento de los movimientos y organizaciones sociales, bajo el impacto múltiple del terror dictatorial, de los efectos del modelo neoliberal que tiende a atomizar a la población, del imperio de los grandes medios de comunicación que desinforman e idiotizan, como también con las políticas de cooptación de la Concertación de las dirigencias de los movimientos sociales. Eso ha comenzado a terminar desde 2011”.
Las protestas de 2011 tumbaron a dos ministros de Educación y dejaron la popularidad de Sebastián Piñera por el suelo. Las negociaciones con él no funcionaron. Parece que las partes no se ponen de acuerdo, ya que Gabriel Boric declaró que “los proyectos del gobierno no avanzan porque no tienen el consenso de los actores que los pusimos en tabla”. En medio de este clima, recientemente se ha aprobado la Ley Hinzpeter, también conocida como Ley de resguardo del orden público. Quienes la critican aseguran que sanciona cualquier tipo de manifestación social y es denominada como la ley antiprotesta.

LA EDUCACIÓN, CONSIDERADA COMO UN BIEN DE MERCADO

Chile tiene uno de los sistemas de enseñanza superior más privatizada del mundo. Además es uno de los más caros, financiado en un 80% por las familias y menos del 20% por el Estado. Para dar acceso a la población más vulnerable existen los créditos universitarios, como el CAE o el Corfo. Los otorgan las entidades financieras y se tienen que devolver con intereses a los bancos. La diferencia más importante entre ambos es que en el crédito CAE el aval es el Estado y en el Corfo es algún familiar de los beneficiarios. Esto ha provocado que hoy en día muchas personas estén atrapadas por la deuda. La educación no superior está municipalizada, ya que el Ministerio de Educación delegó en época de Pinochet la administración de los establecimientos educacionales a las administraciones locales.
Las críticas a la municipalización radican en que, mientras las instituciones privadas o concertadas poseen muchos recursos, las municipales tienen una financiación deficiente y esto afecta a los resultados académicos de los alumnos, que pertenecen a las capas más humildes de la población.
http://www.diagonalperiodico.net/Chile-como-escuela-de-lucha-contra.html

¿Quién es Dorothi Heigt ?